Fotografía de Joseba Zabalza.
Las fiestas de San Fermín como todas las demás sirven para que la personas se reunan. Amigos que solo se ven en esas fechas, la vieja cuadrilla desperdigada y con un montón de churumbeles, los jóvenes que salen por primera vez a pasar la noche fuera de casa. Es tiempo de salir con la familia a comer y participar de la fiesta y el ambiente. Los Sanfermines son aptos para todos los públicos y todas las edades. También, al igual que todas las fiestas del mundo tiene su lado hipócrita: gente que jamás te saluda te da palique como su fuese un hermano, hay que estar alegre por decreto, no participar parece un pecado y todo se paraliza en una ciudad que solo vive para la fiesta. En fin, los sentimientos que uno tiene llegando a una edad son ambivalentes (no para todo el mundo).
La imagen muestra ese espíritu sanferminero. La alegría, las ganas de desfogarse, de desahogarse rompiendo con la monotonía regadas con el alcohol, hacen el resto.
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