Fotografía de Javier Rey.
Para sacar buenas imágenes en San Fermín hay que patear mucho las calles. Aunque entre el barullo se pueden conseguir buenas fotografías, es en los intersticios de la fiesta, cuando acaba el encierro y los jóvenes derrotados por la bebida y el cansancio ponen rumbo a casa, cuando pueden salir escenas como esta. El cura se encuentra con el beodo y sus destinos se unen por un momento. Aquí Javier aprovecho la ocasión para sacarlo de riguroso negro, con sotana y sombrero, huyendo del mozo de blanco que le quiere dar la mano. Los papeles se tornan diferentes y esta vez la Paz no se materializó por la negativa del representante de la Iglesia. De todas maneras, creo que siendo cura y en esa tesitura, yo también haría lo mismo.
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